CONFESIONES :o

Volveré…

Lamento mucho haber estado tanto tiempo ausente. Pero volveré. Esta noche, o quizás mañana. Ciertamente volveré.

Pocas cosas amo más que escribir en este blog, uno de mis refugios favoritos.

Siempre vuestra,

Lihem ben Sayel…

CONFESIONES :o, MUY PERSONAL, PROSA

ATRÉVETE A SER DIFERENTE

Antes que nada, lo siento. Estoy consciente del abandono deliberado que he ejercido sobre este, mi amado Blog,  –mi diario personal virtual. Ha sido, sobre todo, una cuestión de prioridades: tengo una casa que atender, dos trabajos, también, y esto ocupa mucho de mi tiempo. Y tuve que decidir que esta última sería una etapa más de lectura, que de escritura. No me gusta escribir agotada, pensando en sólo cerrar los ojos y dormir. Prefiero tener, al menos, un breve atisbo de lucidez para enhebrar –con cierto sentido– una palabra tras otra.

Y, ahora, tengo ese momento. [Aplausos y sonrisa de felicidad mientras sorbe su té marrakech…]

El año ha empezado, pero no con mucha claridad para mí. Mi mente tiene tantas preguntas, tantos porqués, que resulta un poco complicado avanzar sin tener la tentación de detenerme, cruzar los brazos y esperar a que cada una de estas cuestiones sean respondidas. Entiendo que eso es una utopía: la vida, a veces, se resume simplemente en vivir mientras nos preguntamos cosas que jamás tendrán una respuesta en este marco terrenal.

Eso sí, al margen de todas mis dudas y preguntas –en cuanto a temas que no trataré aquí de manera pública– tengo muy a mi favor que he tomado un par de buenas decisiones radicales que me están aportando un enorme bienestar y crecimiento integral. Una de ellas, es el cambio drástico de alimentación, monitoreada por un nutricionista y seguido de programas de ejercicios en base a mis objetivos. Este era uno de mis propósitos, y he empezado con muy buen pie.

Por otro lado, se me han despertado unas ganas enormes de leer a Tolstói, Dostoyevski, Chéjov… –sabéis que a mí me parece sumamente atractiva la literatura rusa-, y leerme aquellos pares de libros de mi amada Jhumpa Lahiri que no he leído hasta ahora. Desde el 2016, por motivos personales, no he leído este tipo de literatura, -aunque sí muchos otros libros. Sin embargo, creo que ahora es un buen momento para retomarlo.

En cuanto a mi relación con Dios, sólo puedo decir que sigo obsesionada en profundizar con Él. No obstante, camino con Él, con la paz y la seguridad de saber lo que busco, como creyente, como discípula de Jesús, consciente de mi identidad en Él, aunque a veces también dude. No busco ser una copia. No tengo objetivos «ministeriales». No estoy obsesionada con destacar, trascender o dejar una huella en el mundo en el que me muevo. No estoy –en lo absoluto– interesada en que mi nombre sea conocido, en ser un ejemplo para nadie, ni ser una especie de rockstar que los demás quieran tocar, o que admiren, o con quien quieran tomarse una foto.

Mi obsesión, mi objetivo, mi única pasión es darle la espalda a todo el ruido –que es precisamente de la manera en la que estoy viviendo ahora, desde hace muchos años ya– y sumergirme en unas profundidades a las que sólo se llega desprendiéndose de absolutamente todo. De todo. Incluido el temor a las opiniones de terceros, a su falta de admiración o arriesgándome incluso a que, según sus cánones religiosos y tradicionales me consideren «poco espiritual«. De hecho, creo que no hay señal más auténtica de que estás en el buen camino de la espiritualidad, que ser considerado «poco espiritual» por aquellos que están tan impregnados de legalismo, que no pueden ver más allá de sus absurdas y tenebrosas leyes humanas, que nada tienen que ver con Dios y con quien fue Jesús en esta tierra.

Cuando era –más– joven [guiño, guiño] hubiera dado todo por conseguir aquellas cosas que antes mencioné, y que ahora tengo por basura. Sin embargo, un encuentro poderoso con Jesús en 2016, me ha ido transformando en alguien que prefiere el anonimato, a cambio de conocerle más y más y más cada día, antes que el reconocimiento y estar al mismo nivel mediocre de antes. Ser una cristiana que sirve y sirve, pero que no es.

Adopto el rol de María de Betania. Adopto el rol de una mujer que prefirió seguir el susurro del Espíritu Santo, quien le dijo «dale a Jesús ese obsequio extravagante...» a pesar de tener a su alrededor esas represivas voces que pretendían ridiculizarla y caricaturizarla, o menospreciarla… simplemente por ser y por dar de una forma auténtica y lejos del alcance de los cobardes y egoístas en su adoración hacia Él.

Valoro la madurez de mis decisiones en este sentido, porque nunca ha sido fácil ir a contra corriente, eludiendo las presiones de todo un sistema evangélico religioso, compuesto de una maraña de «noes» que son difíciles de sortear con la lógica y la razón, e incluso –y esto es lo más patético de todo– con La Biblia.

No dejaré que ese sistema religioso ahogue mi pasión y la convierta en una especie de botón, es decir, en algo que se fabrica de la misma manera, millones de veces, mismo color y forma, y se espera que encaje en el mismo agujero de la misma camisa, por siempre. No, yo no nací para ser ese botón clonado, repetido, tedioso y aburrido. Soy, más bien, como ese copo de nieve, que talvez tenga corta vida, ínfima trayectoria, pero que habrá tenido un único diseño, que nadie podrá atribuirse, sino sólo el Creador, y del cual nadie podrá decir «yo también lo tuve«, porque es puramente auténtico.

Cuando era una adolescente de tan sólo 12 años, y empezaba recién mi caminar con Jesús, recuerdo haber visto un libro en la vitrina de mi Iglesia de entonces, titulado: «Atrévete a ser diferente». Por supuesto, lo terminé adquiriendo y posteriormente leyendo. Ahora, 26 años después, puedo decir, con una sonrisa de satisfacción: «¡sí, me atreví!»

Hasta la próxima, amigos y amigas, conocidos y simplemente curiosos…

Siempre vuestra,

CONFESIONES :o, ENSAYO, MUY PERSONAL, PROSA, REFLEXIONES

AUTÉNTICO O NADA

En el mundo de la religión (o de la fe, como se le quiera llamar), existe un riesgo inexorable, tan dañino como sigiloso: es el peligro del disfraz. Es el [mal] arte de actuar de manera camaleónica, a fin de encajar en un entorno en el que nos movemos, y en el que nos vemos a nosotros mismos con la necesidad imperante de pertenecer.

En este estilo de vida del «disfraz», se valora más el ruido que el silencio, lo visible que lo invisible, la apariencia que lo real. Se valora más la letra que la práctica misma de la justicia. Nos movemos, a veces, como serpientes que no quieren ser vistas en su verdadero estado, y negamos que necesitamos la desesperada y urgente ayuda de Aquel a quien proclamamos adorar y servir con tanta devoción.

Necesitamos volver a las bases, al principio de todo, pero la fuerza de las masas y de este maltrecho sistema nos obliga a seguir el juego, bajo sus propias y retorcidas reglas. Y es así cómo algo tan puro como la fe incipiente, se convierte en algo tan ordinario y poco fiable. En una amalgama de tropiezos.

Curiosamente, los que empiezan su camino en la fe cristiana de manera auténtica, son los que se muestran tal y como son, ya que aún no han aprendido las artimañas del error, esas que te pueden dar la apariencia de trigo, cuando tu corazón y tu mente rebosan de cizaña.

No me sorprende, sabiendo todo esto, que Jesús se indignara con sus discípulos cuando éstos reprendían a los padres que querían acercar a sus hijos al Maestro para que los tocara y los bendijese. Se indignó. Cuánto amo a ese Jesús que se indigna con nuestra parafernalia, con nuestras formalidades, con nuestra apariencia de espiritualidad, con nuestra ignorancia, en la que a veces preferimos los modismos a lo visceral, siendo éste último el sentimiento de compasión que llevó a aquel buen samaritano a ayudar a ese hombre medio muerto junto al camino, mientras que el indolente sacerdote y el pulcro levita pasaron de largo.

Y esta, señoras y señores, es la enfermedad de nuestro siglo: pasar de largo porque no queremos mancharnos nuestro impoluto «traje» con sangre y tierra. No queremos oler las heridas infectadas, mucho menos tocarlas para sanarlas. Queremos mantenernos lejos de lo sucio y de lo pestilente, porque en cierta forma nos recuerda el verdadero estado de nuestro corazón. Touché.

Olvidamos que Jesús tocó a los leprosos, y no se contuvo de mirar con misericordia a los ojos de una adúltera sorprendida in fraganti, allí donde nosotros chasquearíamos la lengua y negaríamos con la cabeza. Y no sólo eso, sino que además, Jesús, el auténtico Jesús [no el que nos solemos inventar nosotros bajo nuestro limitado y sesgado prisma religioso] nos muestra al Padre, la suma autoridad, como aquel padre de familia que espera fuera de casa mirando al horizonte, anhelando ver a su hijo perdido acercarse, y cuando le ve, aún desde lejos, echa a correr y se cuelga sobre su cuello a besarle. ¡El Padre echa a correr! No, por favor, eso es demasiado para nuestra mentalidad tan obtusa.

La pregunta es, ¿correríamos nosotros? ¿O más bien esperaríamos con los brazos cruzados, con la cabeza vuelta hacia otro lado, los labios y el ceño fruncidos, la mirada dura e indiferente y el corazón pétreo, esperando oír sendas disculpas de aquel hijo malagradecido?

Me gustaría decir que tengo el corazón de ese padre amoroso, a quien sólo le bastó ver a su hijo volver casa para prepararle una fiesta de recibimiento, porque le importaba más que estuviera vivo, en casa, que lejos de ella. No le preguntó qué doctrinas creía, no le hizo firmar un documento de fidelidad, no le pidió que cambiara su vida. Le recibió. A partir de allí, de la fiesta y del recibimiento, ya habría tiempo para conversaciones más profundas entre padre e hijo. Primero, te hago sentir amado y digno, porque eres mi hijo, y después hablamos de todo lo demás, si hiciere falta, habrá pensado el padre, porque me importas tú, hijo mío. Me importas tú.

No, claro que no soy como ese padre… soy más bien como el fariseo que, puesto en pie y con manos alzadas, daba gracias a Dios porque no era como ese publicano pecador y arrepentido, mientras alardeaba a su vez, jactanciosamente de todas y cada una de las cosas que hacía bien, conforme a lo que la religión le ordenaba.

Claro, es que es mucho más fácil entregar un diezmo que humillarse. Es mucho más fácil cumplir con un horario de servicio que perdonar. Es mucho más fácil no beber una cerveza que ser movido a misericordia con personas difíciles. Es mucho más fácil cantar cancioncitas lentas que hablen de lo mucho que amamos a Dios, y orar dos horas al día, que ser honestos, sin temor al qué dirán, como Jesús lo fue. Es mucho más fácil aprenderse de memoria la Biblia, que, por supuesto, ponerla en práctica. Es muchísimo más fácil enumerar las doctrinas del cristianismo, que emular a Jesús.

Es mucho más fácil, también, engañarnos a nosotros mismos, y vernos como superiores a los demás por nuestro estado de óptima santidad, que mirarnos al espejo y asumir la verdad: si algo somos, lo somos por la gracia de Dios, ya que nuestras obras «buenas», son como trapos llenos de inmundicia, o, traduciéndolo al lenguaje actual, son como compresas llenas de sangre de la menstruación delante de Dios.

Algunos dirán que mi punto de vista es pesimista, y que no tiene que ver con lo que Dios piensa de su iglesia o sus discípulos. Se auto engañan. Porque, sin deseo de caer en la culpa o en la auto condenación, debemos ser lo suficientemente honestos y clarividentes como para darnos cuenta de que algo está yendo mal. De que tanto postureo nos está pasando factura. De que no paramos de sobre exponernos a nosotros mismos, dándonoslas de superhéroes y superheroínas, cuando el protagonista de la historia es otro.

Me cansé de esto. Me cansé de fingir, y eso que no he sido demasiado buena en ello. Y eso que he procurado [o más bien, no he podido evitar] mostrar lo vulnerable y lo débil que soy. Si voy a hacerlo, lo haré de verdad, o no haré nada.

He decidido dar un giro radical a mi vida.

Llevo años en el evangelio, pero llevo aún más años queriendo encontrarme con Dios, el Dios de verdad, no el que otros se han inventado y me han querido trasmitir. Creo en Dios. Amo [imperfectamente] a Dios. Y ese deseo que siempre he tenido de ser como Jesús, se ha vuelto cada vez más fuerte, porque precisamente he llegado a entender lo lejos que estoy de parecerme a Él, y, por lo tanto, lo mucho que le necesito, cada día, y a cada segundo.

Quiero lo auténtico, o nada. No quiero formar parte del sistema religioso, ni siquiera del evangélico, que es al que pertenezco, porque no me avergüenzo de ello, aunque sí de muchas de las cosas que pensamos, hacemos y decimos como comunidad, que están abismalmente lejos de ser un reflejo del Dios que encuentro en La Biblia y al que he llegado a vislumbrar.

Quiero ser [y me esforzaré en ser] una verdadera discípula de Jesús, emulando su corazón, sus formas, sus hábitos, su línea de pensamiento, su valentía y arrojo, su mansedumbre, su humildad, su capacidad de obedecer al Padre y sobre todo, su autenticidad.

Sí, lo sé, tendré que empezar por dejar atrás muchos modismos inútiles fruto de la tradición, más que del corazón del Padre [de ese padre amoroso que corre hacia su hijo], pero valdrá la pena y todo el esfuerzo este viaje, este peregrinaje, en el que ya llevo unos años transitando, pero que ahora va a tomar tintes mucho más profundos, lo cual es precisamente lo que quiero hallar: profundidad con Dios [con ese padre que corre, con ese Jesús real y auténtico].

Había algo maravilloso en Jesús, que los «pecadores» y apestados de la sociedad palestina de aquel entonces encontraron atrayente y fascinante, algo que, curiosamente, no hallaron en los líderes religiosos: y era que Jesús siempre dignificaba a todo aquel que se encontraba a su paso.

Ese es el Jesús a quien amo. Ese es el Jesús al que me quiero parecer.

CONFESIONES :o, MUY PERSONAL, PROSA

LO IMPERFECTO

CONFESIONES :o, MI VIDA EN IMÁGENES, MUY PERSONAL, VIVENCIAS

Así es como me va la vida. (Cosas personales)

En estos últimos meses me ha pasado absolutamente de todo: desde perder amistades, a consolidar otras nuevas; desde ser totalmente anónima, a estar nuevamente en público; desde pasar por días increíblemente oscuros, a compartir con personas amadas momentos que irradiaban luz de eternidad, gozo y plenitud.

Incluso, he escrito TODO el bosquejo –detalle a detalle– de mi nueva novela, en la cual estoy deseando ponerme a trabajar, porque realmente me hace muchísima ilusión. Es, para mí, una historia sobrecogedora, especialmente entrañable, con un fondo espiritual, pero donde también importan los sueños terrenales, y en los que la amistad, como muestra de amor desinteresado, quedará puesta a prueba de la forma más drástica.

También tengo el título de mi primer libro de temática cristiana. Realmente nunca me vi a mí misma escribiendo este tipo de literatura, ya que siempre me he caracterizado por escribir poesía, prosa, relatos, cuentos, novelas… Así que, no voy a negar, que también siento especial curiosidad acerca de cómo será el desarrollo de este escrito. Soy predicadora. Predico desde los 14 años de edad, y acumulo a mis espaldas un sinfín de predicaciones y ensayos de temática espiritual. Pero he de suponer que escribir un libro será una experiencia totalmente diferente, aunque la finalidad sea la misma: transmitir un mensaje directo al corazón de las personas, y que les revolucione en lo más profundo de su ser de tal manera, que sólo quieran acercarse a Dios como nunca antes.

Tengo que contarles, amigos y amigas, que también, semanas atrás, me pidieron corregir un libro -de más de 200 páginas- por primera vez en mi vida. Y esto, señores, ah… me ha deleitado de una manera muy especial. Fue tanto mi entusiasmo y entrega por la tarea asignada, que la llevé a término en un tiempo récord –poco más de una semana-.

Tal como les digo, han sido meses cargados de muchas sorpresas. El factor tiempo no corre a mi favor, así que entre tantos cambios en mi vida, he tenido que dejar aparcado el tema de la escritura en este Blog de forma momentánea. Pero bien saben ustedes, que por mucho que amague en irme, siempre vuelvo…

Mi biblioteca personal , cómo no, sigue creciendo y nutriéndose. Y yo, feliz de dicho crecimiento. Los libros para mí resultan en una imprescindible inversión, la cual es ya generacional, porque mis dos pequeños, a su corta edad, ya conocen plenamente el amor de su madre por los libros, y ellos también han aprendido a amarlos.

Estoy tocando la batería mínimo una vez por semana, y eso también ha sido renovador. Reencontrarme con mi «yo» musical siempre es enriquecedor, y no sólo para mí, sino para las personas que me escuchan y pueden sentir la pasión –más que la técnica– con la que toco mi instrumento, y son, ineludiblemente, contagiadas por la misma, porque cuando toco la batería lo hago con honestidad, sin complejos, con el fuego que arde en mi interior por Dios, y con la dulce satisfacción de alguien que también ama la música y ama expresarse por medio de ella.

Las aguas se han asentado… El día de mi cumpleaños, adopté un compromiso férreo en la nueva iglesia donde me congrego junto a mi familia, y eso también me ha ayudado a ver con mayor claridad mi presente y mi futuro, no desestimando mi pasado, al contrario, más bien recordándolo con mucho cariño y agradecimiento, porque fue una etapa irrepetible. No obstante, ahora mi vida está en otro punto, en otra madurez, con otros objetivos firmes según el punto de profundidad en el que me encuentro en mi relación con Dios. Y créanme, no voy a desistir de mi propósito, no después de este intensivo «entrenamiento» de 7 años que he pasado en el secreto y en el anonimato, pero que me han dado la fortaleza para ser quien soy hoy, y me han dado la dirección para saber hacia dónde me dirijo.

He tenido tiempo hasta de verme y disfrutar en el cine «Oppenheimer» (la nueva de Nolan) con mi hermanito, y semanas después, tuve también la oportunidad de subir al Teide con él y otros viejos amigos a mirar la lluvia de estrellas. Hacia 7 años que no lo hacía… Y aquella madrugada, acostada sobre una manta con mi hermano y tres amigos más, en medio de la nada y en la –casi– total oscuridad, no podía estar yo más pletórica, más feliz y más agradecida. ¡Qué bello es vivir!

Hoy, es noche de luna llena. E incluso me quedan amigas y amigos que se toman la molestia de tomarle una foto a la luna, y enviármela desde distintos puntos del país, e incluso del mundo. ¿Qué más puedo pedir…? ¡Ah, sí! Mi colección de caftanes también está creciendo, y eso es algo que también merece la pena ser celebrado, porque mi idea es tener tantos como pueda.

Mañana, vendrá mi hermano a casa para preparar una tarta juntos, con los peques. Y hoy, he ido a casa de mi madre a comer mi comida favorita de cuando era niña. Y yo, me pregunto: ¿acaso la vida no es maravillosa…?

Siempre vuestra,

CONFESIONES :o, PERSONAL

Junio, un mes que amo.

Welcome, June! 💐🌷🌻

Siendo honesta, no me gusta el calor, pero amo junio. El nombre de este mes se pronuncia de manera suave y delicada.

Además, para mí, es sinónimo de fiesta, porque cumplo años, y siempre he sido una aficionada a celebrarlo.

Si bien es cierto que antes, en mis “veinte”, me gustaba invitar hasta a los vecinos, ahora me decanto por celebraciones íntimas, petit comité. Amo estar rodeada de amigas cercanas —aunque también es verdad que no soy propensa a eso de mezclar grupos, así que, con las amigas cercanas que no invito, celebro de otra forma.

Ya empezó junio, y empezó también la cuenta atrás de mi celebración. Una vez más rodeada de amigas, una vez más brindando por las amistades que perduran a través del tiempo. Una vez más, agradecida con Dios por cada año, y por cada etapa.

Siempre vuestra,

Lihem ben Sayel… 🌹

CONFESIONES :o

Mi canal de Youtube.

¡Vuelvo por aquí!

Esta vez, para dejarles mi canal de Youtube a vuestra disposición. Así podrán conocer un poco mejor esta faceta mía de estar terriblemente apasionada por comunicar a los demás acerca de Jesús.

Si lo deseas, suscríbete aquí abajo:

https://www.youtube.com/@Nejath.Hidalgo

¡Muchas gracias por el apoyo!

Siempre vuestra,

Lihem.

MI VIDA EN IMÁGENES, PERSONAL, VIVENCIAS

Un tiempo nuevo: toca salir a la luz.

Estoy agradecida con Dios porque, después de mucho tiempo, podré compartir a un hermoso grupo de mujeres acerca de mi experiencia de intimidad con Dios en estos últimos años. Estoy tan entusiasmada, que no puedo esperar a que llegue el momento. Creo firmemente que, estos últimos 7 años de mi vida, han estado tan llenos de experiencias, vivencias –unas maravillosas y otras muchas no tanto…-, que me han convertido en la mujer que soy hoy.

Qué bonito es ir creciendo despacio, disfrutando del proceso, aunque a veces haya sido doloroso. Pero lo que sin duda me llena de satisfacción, es que este proceso de transformación y de profundidad continúa vigente, y eso hace que mi vida como discípula de Jesús sea bastante interesante, porque cada día me enfrento a nuevos desafíos que resultan en una magnífica oportunidad para crecer y conocerle.

Ya les contaré cómo me fue en dicho evento. Agradezco vuestras oraciones para que Dios sea en mí, y yo pueda ser de bendición a todas esas lindas mujeres.

Siempre vuestra,

Lihem.

REFLEXIONES

DESTINO

¿Hacia dónde te lleva el camino que has elegido?

Lihem ben Sayel

CONFESIONES :o, PERSONAL, PROSA

TOMAR UN LIBRO ENTRE MIS MANOS

De fondo, una apacible pieza de Mendelssohn; y además de eso, silencio. Quietud. Un momento solemne, pero a la vez, familiar: eso es, para mí, el tomar un libro entre mis manos. Es comunicarme con la grandeza y la vulnerabilidad de otro pensamiento que no es el mío, el cual jamás habría podido conocer, de no ser porque perdura, inmutable y plácido, entre las suaves pero firmes páginas que recorro delicadamente con la yema de mis dedos. Es un sorbo de placer que me regalo a mí misma, en medio de una cotidianeidad que me obliga a entregarme siempre a otros. Tomar un libro entre mis manos, es una de mis formas de decir: «sí, existo; sigo estando aquí. Sigo siendo yo.»

Lihem ben Sayel.

De regalo, esta hermosa pieza musical de Mendelssohn.