Hoy estoy muy, muy feliz… ¡he pasado por la librería! La verdad es que cada vez que me siento rodeada de libros, se liberan todas las endorfinas que pueda haber en mi organismo. Es algo… completamente… es que es tan…. (suspiros y escalofríos).
Soy algo así como una persona de costumbres muy marcadas, así que, lo primero que hago es dirigirme hacia la sección de narrativa extranjera. Admiro los nuevos títulos y espero encontrar a algún viejo amigo. Luego de haber recorrido cada libro de las estanterías, me dirijo en sentido opuesto hacia la sección de los escritores de la Generación 27. Y ha sido ahí donde he hallado un tesoro que estaba agazapado tras otros libros: Los cuentos completos de Franz Kafka. ¡Ayyyy! ¡Al fin tengo a Kafka en mi biblioteca personal! ¡Y no sólo un cuento, sino todos sus benditos cuentos completos! (Es que estoy un poco eufórica).
Luego echando un vistazo por ahí, encontré el famoso diario «Destroza este diario». Ay, lo he visto y me he dicho: «venga, a experimentar, a soltarnos la melena». Pero aquí va la anécdota: me he sentado en mi mesa y he leído la primera página. Una de sus instrucciones me dicta que «escriba mi nombre de manera ilegible». ¿Qué?, he pensado yo. Esto es contraproducente, incompatible, meramente antinatura. ¡Cómo voy a escribir mi nombre de forma ilegible! En fin, no he podido hacerlo. Esa fue mi primera desobediencia a Keri Smith. Pero la otra instrucción que me encuentro nada más voltear página es «destroza el lomo de este diario». Ahí es cuando ya he pensado que he hecho una muy mala inversión, y que talvez tendría que haber seguido mi sentido común y haber comprado «El Aleph» de Borges, el cual llegué a tener en mis manos. ¿Cómo me pueden pedir que destroce el lomo de un libro? He temblado, (aún más que con la susodicha orden de «escribir mi nombre de forma ilegible»). Pero vaya si he caído en mi propia trampa…¡a qué amante de los libros se le ocurre comprar uno que dice «Destroza este diario»!
Entonces, he desobedecido a Keri Smith por segunda vez. Lo siento chica, pero te advierto que no será la última. Aún así, tengo curiosidad por ver qué otras sorpresas me depara este curioso diario, pero más aún, si seré capaz de finalmente transgredir mis propios códigos de bibliófila empedernida.
Por cierto, he querido hojear «Cartas memorables» pero aún no ha llegado a tal librería. Ah, y no tenían los libros que yo buscaba de Jhumpa Lahiri. Vaya.
P.D.: Lo lamento Señor Borges. Le he cometido un agravio. No volverá a ocurrir.
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