Un amor le endulzó el oído
y unas palabras rompieron su paz.
Fue el poder de caer en el olvido;
no sentir su abrigo fugaz.
En medio de la nada se recreaban los sueños,
los tiempos vividos que no volverán.
Como el fuego que le quema en profundas madrugadas,
como el fuego, ella espera sentada en su sofá.
Café en mano y pequeñas sonrisas.
Distantes poesías que vienen y van.
Letras, compañeras nocturnas,
que salen de su alma y ahí se piensan quedar.
No destruyas, amor mío, este momento.
No lo aplaques con reproches y silencios.
Deja que te de en los labios un beso tierno;
déjame ser yo, déjame ser mujer.
Lihem Ben SayelThe Princess Of The Lord…